Porfirio, el terror de los mares bizantinos

Hacía tiempo que no afrontaba la mitología asociada a las ballenas, pero este caso es más bien una figura a caballo entre la historia y la mitología. Estoy hablando de una ballena conocida como Porfirio que aterrorizó los mares alrededor de Constantinopla en el siglo VI, siendo el primer caso documentado de una ballena que atacó a seres humanos.

Lo que sabemos sobre Porfirio procede de Procopio de Cesarea, cronista de la corte de Justiniano I, el más famoso de los emperadores romanos de oriente.

Procopio afirma que, durante el reinado de Justiniano una ballena causó el terror entre los marineros en las aguas en torno a Constantinopla, entre los mares Egeo y Negro.

Según nos comenta Procopio, Porfirio era una ballena (criaturas que en aquellos tiempos no eran bien comprendidas), medía 45 pies (13,7 metros) de largo y 15 pies (4,6 metros) de ancho. Su lomo parece que tenía un color purpúreo o rojizo.

Se alimentaba cazando delfines.

Siempre según Procopio, atacaba toda clase de barcos, sin distinción. Desde pescadores a cargueros, barcos de guerra o de pasajeros (Robert Graves afirmaba que hundía por igual a ortodoxos y monofisitas). Hundió muchos barcos y su reputación asustaba a los tripulantes de otros muchos. Hasta el punto de que daban desvíos evitar las aguas donde se encontraba la ballena normalmente.

Hasta tal punto que la famosa esposa del emperador, Teodora, solía residir en suburbios de la ciudad, especialmente uno llamado Herion, lo cual causaba problemas a su séquito que tenía que echarse al mar para avituallarse y eso era un problema muy serio cuando llegaba una tempestad “o bien la ballena se dejaba caer por allí”.

Es decir, que los bizantinos temían a Porfirio como una fuerza de la naturaleza. Incluso los soldados que iban a combatir contra los ostrogodos en Italia llevaban amuletos para protegerse de esta ballena.

Los ataques de Porfirio se produjeron durante 50 años, aunque intercalados por períodos de calma en los que desaparecía. Quizá emigraba.

Por supuesto, Justiniano consideró a Porfirio como una amenaza e hizo de eliminarlo una prioridad, pero los intentos de acabar con él fueron infructuosos. Entre otros motivos porque los bizantinos carecían de tradición ballenera.

El final de Porfirio llegó un día de mar calmada, en que se reunieron muchos delfines cerca de la desembocadura del mar Euxino. Porfirio acudió a alimentarse, capturando y devorando a unos cuantos. Los delfines escaparon hacia la boca del río Sangarios.

Entonces, “empujada todavía por el hambre o por un espíritu contencioso” Porfirio atacó a los delfines y quedó varada en tierra. Aunque luchó por volver al agua, solo consiguió quedarse más atrapado.

Toda la gente que vivía cerca se lazó contra ella con hachas, pero con consiguieron matarla. Así que la pusieron sobre carros y se la llevaron más a dentro, donde determinaron que medía 30 codos (15,69 metros) de largo y 10 (5,23 metros) de ancho, lo trocearon y se repartieron la carne. Algunos se la comieron en ese lugar y otros la curaron.

Según Procopio, su muerte fue un gran alivio para los marinos bizantinos, aunque ya entonces hubo quien especuló que la ballena muerta era otra ballena diferente.

Con la información que tenemos, es imposible identificar la especie a la que pertenecía Porfirio, pero hay dos hipótesis principales: la primera afirma que Porfirio era un cachalote basándose en su talla y la segunda que se trataba de una orca en base a que cazaba delfines y que las orcas son más abundantes en el Mediterráneo Oriental.

No hay forma de determinar cuál es la correcta. Desde luego, no hay registros de orcas que lleguen a la talla que le atribuye Procopio, aunque también podría ser una exageración o un caso de gigantismo. Y los cachalotes no cazan delfines, sino calamares y peces de fondo, pero el hecho de que se alimentara de delfines podría haber sido una alegoría.

Por el otro lado, tampoco hay registros de cachalotes en el Mediterráneo Oriental, mientras que hay importantes poblaciones de orcas en el Mar Negro. Pero también podemos señalar que estos datos son del presente y en el siglo VI las cosas podrían ser diferentes.

Además, tampoco tenemos pruebas de que fuera un único animal. Incluso es posible que, en realidad, no hubiera existido.

No es posible establecer el motivo de sus ataques. Hay casos de ballenas, sobre todo cachalotes, revolviéndose contra los balleneros que las han atacado e incluso hundiendo sus barcos. Pero, aunque Robert Graves afirma que los ataques comenzaron a causa de que un pescador le clavó un arpón, los bizantinos carecían de tradición ballenera y Porfirio atacaba a todo tipo de barcos.

Una teoría interesante sugiere que estos ataques podrían ser una muestra de un comportamiento aberrante y excepcional.

Sobre su nombre, fue otorgado por los marineros bizantinos y se ha representado como Porphyrius, Porphyrion, Porphyry o Porphyrio. Lo que ya no tenemos tan claro es el significado y origen del nombre. Se ha propuesto que hacía referencia a Porfirios Calliopas, un auriga famoso en aquellos tiempos, o a un gigante mitológico llamado Porfirión.

En 2010 Anthony Kaldellis sugirió que el nombre aludía a la púrpura imperial, suponiendo una muestra de respeto hacia la ballena. Pero en 1996 James Allan Stewart Evans sugirió que procedía del púrpura, pero del color que se atribuye a la ballena. Esto fue apoyado por John Papadopoulos y Deborah Ruscillo en 2002, que afirmaron que la traducción del nombre sería “niño rojo”.

Dentro de la literatura, las principales referencias a esta misteriosa ballena son las siguientes:

En Moby Dick, Herman Melville la describe como el primer caso de una ballena que ataca a los humanos, predecesora de su cachalote albino. Justamente, Melville se decanta por la teoría de que se trataba de un cachalote.

En El Conde Belisario, Robert Graves hace una gran descripción de Porfirio, al que atribuye una dieta más piscívora y una motivación vengativa. Se decanta por la idea de que era una orca y afirma que Teodora ordenó a Belisario acabar con la ballena, misión en la que fracasó.

En sus obras sobre la caída del Imperio Romano, Edward Gibbon y George Horne discreparon sobre si Porfirio había existido o si era una metáfora de la caída de Roma.

Esta es la historia de la misteriosa ballena llamada Porfirio, la cual desafió al mayor imperio que tenían los humanos en su época.

Aquí os dejo mi libro, que en algún sitio tengo que venderlo.

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